Capitalismo Afectivo, Teorías Conspirativas y Discursos de Odio: Claves para Creativxs en la Era Digital
En el marco de nuestra serie de charlas Perspectivas Globales en las que invitamos a miembros del #CheveningAlumni a debatir sobre temas disímiles pero de mucha actualidad, conversamos con la Dra. Beatriz Lopes Buarque, académica y fellow de la London School of Economics (LSE), sobre un tema urgente: cómo las plataformas digitales están siendo ampliamente usadas para moldear nuestras emociones, amplificar narrativas de odio e impulsar movimientos discriminatorios y conductas violentas en el ecosistema digital.
Esta charla nos dejó reflexiones profundas sobre el capitalismo afectivo, el rol de los algoritmos en el alcance de ese tipo de discursos, y cómo podemos protegernos ante un escenario cada vez más complejo.
Mentoras Creativas: Beatriz se impone comenzar definiendo exactamente qué es el Capitalismo Afectivo y de qué manera nos afecta en el entorno digital.
Beatriz Buarque: Me gustaría comenzar haciendo una pregunta: ¿qué haces cuando ves un video con contenido racista o machista en las redes sociales? Probablemente muchas personas van a decir que ellas reaccionan de algún modo, así sea para expresar su disgusto o desagrado. Y ese es exactamente el problema porque reaccionamos al contenido que encontramos en internet, pero los algoritmos no saben nuestras intenciones. Incluso si reaccionamos para contradecir contenido dañino, o comentamos para “desmentir” una teoría conspirativa, el sistema lo interpreta como relevante y amplifica su alcance.
Ese es el gran problema del capitalismo afectivo. En el contexto de los estudios sobre capitalismo contemporáneo, este fenómeno ha sido descrito de varias maneras: capitalismo digital, capitalismo de comunicación, capitalismo de inteligencia artificial. Particularmente me gusta el concepto de capitalismo afectivo porque captura la esencia de nuestro modelo capitalista actual.
“Cuando interactuamos con contenido en línea, trabajamos gratis para las grandes plataformas. Nuestro tiempo, atención y emociones son su negocio.”
Este concepto enfatiza que la principal mercancía de nuestra sociedad son nuestros afectos, nuestra capacidad de afectar y ser afectados. Pero, ¿qué son los afectos? Los afectos son ligeramente diferentes de las emociones. Son respuestas corporales basadas en elementos conscientes e inconscientes, corporales y cognitivos. Mientras navegamos por el feed de nuestro Instagram, por ejemplo, lo que nos hace ver un video específico son nuestros afectos. De alguna manera fuimos afectados por el vídeo y, por lo general, no tenemos idea por qué.
El capitalismo afectivo puede ser considerado la forma más invasiva de capitalismo porque no controlamos nuestros afectos. Con el capitalismo afectivo, nuestros afectos se convirtieron en las principales mercancías, y precisamente porque no tenemos control sobre ellos, comenzamos a trabajar gratuitamente y paradójicamente hemos disfrutado eso. Al ver un video en YouTube, dar gusta a una publicación en Instagram, escribir un comentario en Facebook, hacer una búsqueda en Google, estamos produciendo datos que luego son explotados por los dueños de las cuentas y de las grandes empresas tecnológicas.
MC: Beatriz, ¿cómo se relaciona todo esto que nos has explicado con las teorías conspirativas y los discursos de odio?
BB: El capitalismo neoliberal opera en un modo de crisis. La seguridad que teníamos en el pasado se ha ido. Estamos constantemente preocupadxs por nuestros trabajos, por tener acceso a atención médica, por brindar buena educación a nuestros hijos. Cada vez que logramos hacer algún progreso, comenzamos a preocuparnos por otras cosas. En ese sentido, el capitalismo neoliberal crea ansiedades. De cierto modo, podemos hasta decir que la ansiedad es uno de los principales productos del capitalismo actual, porque son afectos e influyen también en nuestras respuestas corporales.
Las teorías conspirativas son narrativas que ofrecen una explicación de eventos históricos actuales o futuros al satisfacer tres necesidades humanas básicas:
Explicación: ofrecen respuestas simples a problemas complejos.
Orientación: identifican un “culpable” o un “enemigo común”.
Pertenencia: crean sensación de comunidad y validación.
Sin embargo, las teorías conspirativas estigmatizantes, como la del “marxismo cultural”, suelen viralizarse aún más porque se entrelazan con discursos de odio. Estas narrativas refuerzan prejuicios racistas, machistas, xenofóbicos y homofóbicos, generando un alto nivel de inversión emocional que los algoritmos priorizan. Esas narrativas tienden a ser mucho más prominentes en círculos de derecha, particularmente la extrema derecha, porque operan como herramientas discursivas para canalizar el odio hacia estos grupos sociales y reforzar fantasías racistas, sexistas, homofóbicas, antisemitas, islomófomas.
“Los discursos de odio hoy son un bien comercial. Para las plataformas, cada reacción es dinero, aunque tenga consecuencias, incluso, en la integridad mental y física de las personas.”
Las ansiedades sobre la presencia creciente de inmigrantes, mujeres y homosexuales en lugares que solían estar predominantemente ocupados por hombres heterosexuales blancos y occidentales, han llevado algunas personas a buscar refugio en teorías conspirativas estigmatizantes.
Hay una teoría conspirativa muy peligrosa que ha ganado terreno en América Latina, que incluso ha influenciado la formulación de políticas públicas e incitado ataques contra minorías: el marximo cultural. Esta teoría conspirativa afirma que maxistas y globalistas han infiltrado universidades, medios de comunicación tradicionales y la industria cinematográfica para promover ideas progresistas que, en última instancia, llevarán a la destrucción de la civilización occidental y al exterminio de la raza blanca. Ha sido la excusa de gobiernos de extrema derecha para justificar ataques a programas de diversidad e inclusión, como el gobierno de Trump en USA, o de Bolsonaro en Brasil.
Imagen compartida por Beatriz Buarque en su presentación. Muestra varios de los tropos manejados por los defensores de la teoría conspirativa del marxismo cultural.
MC: Aterrizándolo más en nuestra comunidad, ¿cómo crees que esto pueda impactar la creatividad, la productividad de lxs creativxs y artistas que además trabajan mucho desde la sensibilidad, desde los afectos?
Por un lado, las plataformas ofrecen más oportunidades de visibilidad y crecimiento. Pero al mismo tiempo, exponen, por ejemplo, a las mujeres, a mayores niveles de acoso, discursos de odio y violencia digital, con consecuencias que pueden ir desde el desgaste emocional hasta la pérdida de oportunidades profesionales.
Yo recomendaría varias estrategias para proteger nuestro bienestar digital y creativo:
Separar cuentas personales y profesionales para reducir exposición.
Restringir la información personal visible en redes.
No responder a mensajes o comentarios de odio.
Reportar contenido dañino directamente en la plataforma y, en casos graves, a las autoridades.
Practicar el silencio estratégico: a veces, no reaccionar es la mejor forma de frenar la viralización del odio.
MC: Ante este panorama tan desolador, que parece ir ganando terreno en los últimos años, ¿cómo podemos desafiar esos discursos, identificarlos y desarmarlos?
Hay varias estrategias, les brindo solo algunas pocas:
Reportar la desinformación y el discurso de odio.
Cuando noten que un video contiene discurso de odio o desinformación en TikTok o alguna otra plataforma digital, eviten verlo hasta el final.
Absténganse de interactuar con contenido de discurso de odio o desinformación en la internet, incluso si quieren desafiar la publicación o advertir a sus amigos. Recuerden que el algoritmo no lee nuestras intenciones, por el contrario, amplifica el alcance de esos contenidos.
Hablen sobre el tema con sus colegas y compartan contenido que busque fomentar la cohesión social. La educación popular es la mejor herramienta para combatir este fenómeno.
MC: Y en el caso de que sean narrativas muy manipuladas, ¿cuáles podrían ser algunas señales para detectarlas e identificar desinformación o tergiversación en los contenidos que consumimos?
-Busca imparcialidad: el periodismo de calidad presenta múltiples perspectivas y da derecho a réplica.
-Desconfía de los absolutos: narrativas que generalizan (“todas las feministas”, “todos los migrantes”) suelen ser manipuladas.
-Analiza la diversidad de contenidos: si una página publica exclusivamente sobre uno o dos temas polémicos, es probable que sea propaganda.
“3 aprendizajes clave para creativxs y artistas digitales
💡 Nuestros afectos son datos: cada reacción alimenta los algoritmos.
💡 No interactúes con el odio: reportar y silenciar es una herramienta poderosa.
💡 Infórmate con mirada crítica: no todo lo que parece periodismo lo es.”